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Compasión

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El horror de un árbol centenario

Unos rezaban, otros maldecían. Uno se preguntaba si aquellos hombres habían nacido de mujer, su hermano al lado pensaba, no podre ver nacer a mi hijo. Otro tenía los ojos cerrados recordando toda su vida en tan solo segundos. Otro se acordaba de su mujer y sus padres; su amigo se maldecía por no haber hecho todo lo que deseo en su corta vida. Otro se esforzaba en no pensar lo que le esperaba; el que tenía al lado pidió que le taparan los ojos. Los niños se preguntaban que hacían allí a esas horas. Bendita inocencia… Los adolescentes ya comprendían…  El huérfano miro al árbol que tantas veces había visto durante los sepelios de sus familiares, quería recordarlo tal como era por última vez. Todos ellos estaban paralizados, tenían miedo… Uno de ellos más valiente que los otros salió de la fila, corrió unos metros y cayó de rodillas mirando al cielo antes de morder el polvo. Se hizo el silencio…

Unos segundos más y todos se preguntaron interiormente. Son nuestros hermanos del pueblo vecino. ¿Nosotros humildes campesinos,  por qué?

Cientos de estruendos…Y se silenciaron sus almas en la pared del cementerio en el crepúsculo del día. Solo se oyó un grito del último ser vivo en el silencio de la tarde. ¡Paz y libertad!…

Una bala más… Y el sonido de la muerte estallo en su sien acabando con su plegaria, allí donde reza escrito en la pared. “Eran solo hombres, algunos tan solo proyectos, todos ellos buenos. Quisieron acabar con la fuerza del pueblo…”

Y dicen algunos cuando pasan por allí al acabar el día, que se oye un grito al viento. ¡Paz y libertad!…

Soy yo, un árbol centenario allí plantado, inmóvil viendo pasar la vida, que presencio el horror y que viviré eternamente para recordárselo a la gente que pase a mi vera al caer el Sol. He vivido muchos años, he visto el dolor que sentían los familiares cuando despedían por última vez a sus seres queridos, pero nunca había vivido el horror y la barbarie de aquel atardecer. Por eso cuando sople el viento gritare bien alto y claro. ¡Paz y libertad!… No lo olvidéis.

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