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Ultimo adios al gran Bebo Valdés

Este viernes pasado fallecio en Suecia a los 94 años el gran pianista y compositor Bebo Valdés. Un grande del jazz latino que se dio a conocer en los años 40 en su Cuba natal en la Orquesta Tropicana y después fundo su propia banda «Sabor a Cuba». Cuando triunfo la Revolución cubana cayo en el olvido y tuvo que exiliarse de Cuba a Suecia de donde lo rescato Paquito D´Rivera en el año 1994 produciendole un disco «Bebo rider again». Después conoceria a Fernando Trueba que se enamoro de su música y con el que rodo «Calle 54» (2000), para tambien colaborar con él en «El milagro de Candeal» (2004) protagonizada junto a Carlinhos Brown. Uno de sus mayores exitos después de su reaparición fue «Lagrimas negras», donde fusiono él jazz latino con grandes obras del imaginario español y latino junto al cantaor de flamenco Diego el Cigala en el año 2004.

En el año 2008 grabo junto a su hijo el también gran pianista Chucho Valdés el albúm «Juntos para siempre». Un gran albúm a dos pianos que tuve la suerte de ver en un concierto en directo en el Auditori de Barcelona. Fue memorable el ver a padre e hijo a los pianos, su maestria a cada pulsión de las teclas blancas y negras del piano, cuatro manos para dos pianos de cola acariciados por Bebo Valdés y casi martilleados a una velocidad frenetica por su hijo Chucho. Una noche que se me ha quedado grabada en la memoria.

Así viví los momentos previos al concierto: Los minutos pasan despacio. La espera se hace eterna. En un breve momento las teclas se moverán al son. Veinte dedos ágiles, virtuosos… Padre e hijo unidos por el lazo de la música. En mi interior alegría escuchándolos por primera vez. Mi corazón infartado palpita en la espera. Late acelerado de pasión por escuchar música cubana de verdad. Tocada por dos monstruos de los teclados. ¡Ya salen! Sé que voy a gozar…

¡Qué gran conciertazo!… El virtuosismo de un hombre de noventa años con el alma joven. Y el ímpetu de un hijo que se ha convertido en maestro junto a su padre. Lágrimas negras han llovido de mis ojos al sentirlos. Una descarga eléctrica me ha subido de los pies a la cabeza. Imágenes como flashes han pasado por mi mente. El pensamiento ha volado hacia mi padre. Hacia la inmensa tristeza en mi corazón al verlo tan desvalido. Tan apagado en su enfermedad que secuestra sus recuerdos. Emoción suprema al terminar el concierto. Viendo salir del escenario a padre e hijo cogidos de la mano. De mis ojos han brotado lágrimas que venían del corazón. Momentos sublimes me han dado esos dos maestros del piano. Con el recuerdo siempre presente de los momentos pasados y presentes. Vividos junto a mi padre. Gracias Bebo. Gracias Chucho. Qué gran familia los Valdés, cubanos de una Cuba linda.

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